Nos encontramos ante uno de los elementos más emblemáticos de la ciudad de Sevilla, la Torre del oro.
Esta torre defensiva, representa uno de los símbolos de la ciudad, y es sin duda, una de las imágenes más características de la misma.
Esta torre albarrana de 36 metros de altura se encuentra en el margen izquierdo del río Guadalquivir, desde donde ejercía su función defensiva tanto por tierra como por el propio río. El origen de su actual nombre, el de Torre del oro, no está del todo claro, ya que sobre este hay multitud de teorías, sin embargo, durante las obras de remodelación del año 2005, se encontraron evidencias de un recubrimiento exterior de cal y paja, que al parecer haría que la torre proyectara sobre el río un reflejo dorado que daría origen a su nombre.
La torre consta de tres cuerpos, cada uno de ellos construido en una época distinta y como resultado de distintas necesidades. El primer cuerpo, de forma dodecagonal, fue construido entre los años 1220 y 1221, por el gobernador almohade Abù l-Ulà, quien ante el avance de las tropas cristianas que se hallaban inmersas en plena reconquista, realizó varias intervenciones para mejorar la defensa de ciudad. Con la construcción de la torre se pretendía defender la zona del Arenal por tierra, ya que estaba unida a la torre de la plata, que a su vez estaba unida al Real Alcazar, mediante lienzos de muralla con pasillos conocidos como coracha. La torre también protegía la entrada al Arenal a través del río, ya que desde aquí salía una gruesa cadena que sujetaba un puente de barcas que llegaba hasta el Castillo de San Jorge, que se encontraba en el otro margen del río, en lo que hoy se conoce como el barrio de Triana y cuya función era la de detener el avance de los buques enemigos. Sin embargo la flota castellana mandada por el almirante Ramón de Bonifaz, rompió el puente en 1248 remontando el río, mientras las tropas de Fernando III de Castilla sitiaban la ciudad.
Este pasaje histórico protagonizado por marinos asturianos y cántabros al servicio de la marina castellana quedó inmortalizado en los escudos de Avilés y varias villas cántabras siendo finalmente incorporado al escudo de Cantabria. En ellos se representa la Torre del Oro y un barco junto a las cadenas rotas.
Tras ser conquistada, se utilizó como capilla dedicada a San Isidoro de Sevilla. Después se utilizó como prisión.
El segundo cuerpo de la torre, también de planta dodecagonal, fue mandado a construir por Pedro I » El cruel » en el siglo XIV, de quien se dice, utilizó la torre como prisión y también para guardar parte de su tesoro, e incluso se ha dicho que aquí se ocultaba alguna de sus amantes, pero todo esto pertenece en su mayoría al mundo de la leyenda.
El tercer y último cuerpo de la torre se construyó en 1760, dentro de las actuaciones llevadas a cabo por el ingeniero militar Sebastián Van der Borcht, quien se hizo cargo de la restauración de la torre que quedó seriamente dañada por el terremoto de Lisboa de 1755.
La Torre del oro , que fue declarada monumento histórico-artístico en 1931, ha pasado por varios momentos de dificultad desde su construcción, desde la guerra en la época de la reconquista, hasta las riadas sufridas en el siglo XX, pasando por varios terremotos, siendo el mas fuerte el de Lisboa de 1755 e incluso su practica destrucción durante la Revolución Gloriosa de 1868, cuando los lienzos de muralla que la unían a la Torre de la plata fueron derruidos y vendidos, pero debido a la oposición de los habitantes de la ciudad, la torre no fue destruida.
Otro hecho destacable de la historia de la Torre del oro, es el hermanamiento que se llevó a cabo con la Torre de Belem de Lisboa, con motivo de la Exposición Universal de Sevilla del año 1992.
Desde el año 1944 y hasta la actualidad, su interior alberga un Museo Naval. En el museo se pueden ver maquetas, documentos históricos, grabados, cartas naúticas e instrumentos de navegación.