Esta curiosa plaza se encuentra en una de las zonas más concurridas de la capital malacitana. Se trata de un punto de encuentro para los ciudadanos, ya que se ubica cerca de lugares tan emblemáticos como el Teatro Cervantes, la Calle Granada o la propia Catedral.
Recibe su nombre en honor a un ilustre personaje de la época de los Reyes Católicos, el capitán vizcaino, Fernando de Anunçibay ( uncibay), quién apoyó a los reyes durante la reconquista, poniendo sus bienes al servicio de dicho objetivo. Durante la conquista de la ciudad, este capitan, perdió varios barcos en los enfrentamientos con los musulmanes, hecho que hizo a los reyes sentirse en deuda con el capitán, a quién concedieron tierras en la recién conquistada provincia malagueña, y más en concreto en Bezmiliana, hoy Rincón de la Victoria, de donde Fernando de Anunçibay fué el primer alcalde.
Además del nombre, la plaza contienen otros elementos curiosos, como el obelisco central diseñado por Luis Bono Ruiz de la Herrán y José Fernández Oyarzábal. Se trata de un guiño art déco de los arquitectos en referencia al ausente Málaga Cinema, y que forma parte del proyecto de urbanización del espacio redactado por dichos arquitectos en un momento en que comenzaba a reivindicarse el uso peatonal del Centro Histórico. Otro punto diferenciador de la plaza, son los conjuntos escultóricos que acompañaron al obelisco en el mismo proceso de reforma de la plaza.
Estos dos conjuntos escultóricos, realizados en bronce, son obra del artista José Seguiri, quién las realizó para la remodelación de la plaza, y fueron colocadas en 1989. Ambos conjuntos escultóricos representan dos mitos griegos, el de la izquierda, hace referencia al mito del Rapto de las Sabinas, según el cual, los romanos raptaron a varias mujeres del pueblo vecino de los Sabinos, para cubrir la carencia de mujeres que tenían, lo que estuvo apunto de desembocar en una guerra entre ambos pueblos, cosa que las propias mujeres evitaron interponiéndose entre ambos frentes y obligandolos a llegar a un acuerdo.
Rapto de las Sabinas
El otro conjunto forma parte de un relato que comienza con otra obra del mismo escultor y que se encuentra en una de las calles aledañas de la Plaza Uncibay, y más concretamente en la Calle Granados.
Esta obra es una fuente, con dos caras y que Seguiri tituló ‘El baño de Diana’. La cara que da a la calle Beatas tiene cinco cabezas de perro, en referencia a los 50 perros de Acteón. La otra cara de la fuente, que da a la calle Granados, representa la entrada de Acteón en el baño de Diana, violando la privacidad de ese momento y origen de la tragedia.
A partir de la fuente surgía un canal de agua, ahora cegado, que recorría la calle Granados hasta la fuente en la plaza de Uncibay, donde culmina el relato en tres actos, en el cual, Artemis (Diana), que se había consagrado a la virginidad y era una fiera cazadora, se vengó haciendo que los perros de Acteón lo persiguieran y lo mataran, hecho que se refleja en la figura ubicada en la plaza.
