El origen del Parque de María Luisa se remonta al año 1849.
Antonio de Orléans, duque de Montpensier, adquirió el palacio de San Telmo con sus terrenos y jardines. Le encargó a Lecolant, un jardinero francés, que diseñase un majestuoso jardín acorde al edificio. Este jardinero lo diseñó de acuerdo al estilo inglés y francés. Al morir el duque en 1893, su viuda María Luisa de Borbón donó prácticamente todos los jardines de la ciudad. Tras la donación los jardinies permanecieron en estado salvaje hasta su renovación con la Exposición de 1929. Fue abierto al público en la primavera de 1914.
En enero de 1911, el comité ejecutivo de la exposición inicia los trámites para la reforma del parque para el evento. Se elige a Aníbal González como director de la parte arquitectónica de la exposición. Jean-Claude Nicolás Forestier, paisajista francés, conservador del bosque de Boulogne en París, se encargará de las obras de jardinería.
Las obras se realizaron entre 1912 y 1922. El paisajista francés transformó lo que eran unos jardines palaciegos en un parque público. Forestier no impuso el clasicismo francés en su trabajo y adaptó su obra al clima y al paisaje de la ciudad, le dio un toque romántico, inspirado en los jardines del Generalife y de la Alhambra, los del Real Alcázar de Sevilla y los de algunas casa nobles de la ciudad. Siendo de esta fecha algunos elementos, como la Glorieta de los lotos, el Jardín de los Leones y la Fuente de las Ranas.
La primera fase se inauguró el 18 de abril de 1914, coincidiendo con la feria de ese año. También en 1914 se inicia la construcción de la Plaza de España. Para la Exposición Iberoamericana se construyeron en la Plaza de América el denominado Pabellón mudéjar, construido entre 1911 y 1916, el Pabellón Real y el Pabellón de Bellas Artes.
En 1915, Forestier diseña su proyecto para la ampliación del Parque en los terrenos colindantes a la Plaza de España. Hasta la inauguración de la Exposición del 1929, se fueron construyendo también distintas glorietas con reminiscencias literarias y culturales como Glorieta de Bécquer (1911), Glorieta de Cervantes (1916), Glorieta de Masy Prat (1924) y Glorieta Hermanos Álvarez Quintero (1925-26), que tendrían su continuación en años posteriores.