Esta Casa-Palacio del siglo XVI cuenta con una gran variedad de colecciones. Estas van desde una pinacoteca en la que destacan obras de Van Dick, Bruegel el viejo o el propio Murillo, hasta una colección de objetos de arte chino y otra persa.
No podemos olvidarnos de la colección de brocales de pozo, esculturas romanas y árabes o partes de conventos españoles.
Pero si destaca especialmente por algo, es por su colección de mosaicos, en su mayoría procedentes de la cercana ciudad romana de Itálica. Gracias a esta extensa colección, la Casa-Palacio está considerada como la mejor pavimentada de Europa.
El edificio se distribuye a lo largo de unos 2.500 metros cuadrados repartidos en dos plantas. Accedemos al Palacio por una entrada con portada de dos cuerpos y una imponente reja de hierro policromado que da paso al zaguán. Aquí nos llamará la atención el techo de madera y la azulejería, que como la del resto de la casa, procede del barrio de Triana.
El zaguán desemboca en el ámplio y espectacular patio central de la casa. Una arcada de estilo árabe enmarca el principal elemento de esta estancia, el mosaico que cubre la totalidad del suelo del patio. En él se representa al dios Pan, tocando la flauta en honor de su enamorada, Galatea.
También hay 8 medallones que representan escenas amorosas de Zeus. En las esquinas del mismo aparecen representadas las cuatro estaciones del año.
Por el resto de estancias de esta planta baja, vamos a encontrar una multitud de restos arqueológicos adquiridos o encontrados por la condesa.
Existe la opción de visitar únicamente la planta baja o por un poco más hacer también una vista guiada por la segunda planta.
Recomiendo encarecidamente esta segunda opción. En ella, ademas de las explicaciones de los guías, vas a disfrutar de gran cantidad de colecciones. Entre las que destacan los recuerdos de los viajes de la condesa, los cuadros y la biblioteca compuesta por más de 6000 volúmenes.
Entre los cuadros destacan sobremanera La virgen con niño de Van Dick o el retrato de la propia condesa que hizo Sorolla en 1914.
En cuanto a la historia del edificio, destacar que fue construido en el siglo XVI y reformada en los siglos XVIII y XX.
Aunque sus primeros propietarios fueron los miembros de la familia Paiba, el palacio lleva el nombre de la condesa de Lebrija. Con Doña Regla Manjón Mergelina, el palacio alcanzó su esplendor a partir del año 1901, momento en el que lo adquirió.
La condesa contó con la colaboración del arquitecto José Sáez López. Para decorar la casa utilizó los restos arqueológicos que aparecían en sus propiedades. Gracias a estos restos, más otros que adquirió, el palacio se convirtió prácticamente en un museo. Sin embargo, hasta el año 1999, sus descendientes, no lo abren como tal.
Por último, destacar que la casa no se usaba al completo durante todo el año. La planta baja se usaba como vivienda de verano y la de arriba como vivienda de invierno.
Sin duda alguna, esta Casa-Palacio es una joya escondida en pleno centro de Sevilla y que ahora tu podrás disfrutar también.
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