Monumento dedicado a Manuel Domingo Larios y Larios, segundo Marquês de Larios.
Su obra de mayor protección social y urbana para Málaga serîa la construcción de la calle que lleva su nombre, razón por la cual el Ayuntamiento promovió la construcción de un monumento en su honor, localizado desde su inauguración en 1899 en la confluencia de los ejes de la Alameda y calle Larios.
El monumento, realizado por Mariano Benlliure, está diseñado en bronce y se asienta sobre un pedestal de mármol en el que se muestra una serie de relieves.
Presenta al Marqués de Larios de pie, sobre un gran pedestal y flanqueado por las figuras de un hombre que sostiene un pico y un azadón sobre el hombro, que representa al trabajo.
Y una mujer semidesnuda presenta en ofrenda un niño al Marqués de Larios, la cual, se identifica con la ciudad de Málaga agradecida, como indica la placa colocada en el propio monumento.
El 14 de abril de 1931, con la proclamación de la Segunda república, turbas de incontrolados derribaron la escultura del Marqués de Larios, que fue arrastrada por las calles de la ciudad y finalmente arrojada al mar en el puerto. En su lugar se colocó la estatua de «la alegoría del Trabajo», que se encontraba en la parte trasera baja del monumento.
Después de la Guerra Civil Española, la estatua del Marqués de Larios fue recuperada de la dársena del puerto donde había sido arrojada y reubicada en su situación original, y en 1951 el monumento fue restaurado, recuperando su esplendor original, estado en el que permanece en la actualidad.
Se trata de un monumento que forma una “pirámide de gloria” en cuya cúspide encontramos la figura escultórica del homenajeado D. Manuel Domingo Larios y Larios. Delante de esta y en un piso inferior, aparece la representación de «La Caridad”, encarnada en las figuras de La Madre y El Niño oferentes, y a su espalda se sitúa la «Alegoría del Trabajo».
Todo este conjunto sobre un plinto cruciforme que asciende hasta el pedestal que brota desde el centro de la planta. Este conjunto arquitectónico del basamento, convierte al monumento en un altar público debido a la supeditación de las figuras secundarias al personaje principal, formando una composición escalonada.