El Maristán de Granada


Estado actual del Maristán
Audio Maristán

Levantada en el barrio de los Axares en el siglo XIV.

Una de las zonas más bonitas para pasear por Granada al atardecer es el Albaicín Bajo, donde es fácil que nos encontremos con alguna sorpresa. Casi escondido entre el Bañuelo, el Convento de la Concepciónn y el río Darro, podemos vislumbrar un viejo inmueble aparentemente en ruinas, es el Maristán.

La voz “maristán” deriva del persa bīmārestān, término compuesto por bimar (“enfermo”) y el sufijo -stan, que expresa lugar. Por lo tanto, los Maristanes eran edificios donde se cuidaban a los enfermos y se trataban sus patologías mentales. Estos hospitales eran públicos, y estaban promovidos por emires o gobernadores, que no estaban adscritos a ninguna mezquita.

El Maristán de Granada es el único edificio de este tipo que se conserva en Al-Andalus, y es, por tanto, objeto de estudio y atención pese a su mal estado de conservación.

Proyecto de remodelación del Maristán

Se situó en el barrio de Axares, que era una prolongación de la muralla de la Alcazaba Antigua hasta el río Darro. Con la reordenación de la zona el hospital quedó extramuros de la ciudad.

Lápida Maristán

Tal como reza en su placa fundacional, el Maristán fue construido entre 1365 y 1367 por el sultán Muhammad V, que pretendía, con esta obra, obtener la misericordia de Dios. Según el estudio de los restos que se conservan, se sabe que fue edificado aprovechando partes de otra construcción anterior, probablemente una alhóndiga similar al Corral del Carbón.

Leones del Maristán

El Maristán se edificó en torno a un patio central con pórticos y crujías. Las habitaciones, de forma cuadrada, se comunicaban entre sí y se organizaban en torno a este. En el centro del patio se encontraba una gran alberca rectangular, adornada con dos leones que ejercían de fuente, y que posteriormente se trasladaron a la alberca del Partal. Se pueden ver en el Museo de La Alhambra.

La disposición del Maristán era simétrica, constaba de 10 habitaciones en las zonas este y oeste y 7 en la parte sur. La crujía norte era muy similar a la sur, excepto por el centro, donde se situaba la puerta de acceso al edificio. En el centro de las crujías este y oeste se ubicaron las escaleras, que daban acceso al piso superior. Estas tendrían una disposición similar a las del piso inferior.

Fachada y Sección del Maristán

El Maristán se construyó utilizando tapial, ladrillo y cantos de río para aislarlo de la humedad. Las piezas de madera, como zapatas y vigas, estaban formadas por varias partes decoradas de forma sencilla.  El edificio no estaba muy ornamentado. La única parte decorada era la fachada principal, de ella, se conserva un dibujo en el Museo Arqueológico Nacional.

El Maristán estuvo funcionando como hospital hasta la conquista de Granada por los Reyes Católicos. En 1502 lo convirtieron en Casa de la Moneda, adaptando y redistribuyendo las salas para adecuarlas a la nueva actividad. En 1590 el inmueble se vio afectado por un explosión de pólvora en un molino cercano. En torno a 1650 pasó a manos privadas y fue utilizado como almacén. Entre finales del siglo XVIII y XIX se habilitó el edificio del Maristán como casa de vecinos. Este inmueble también funcionó como cuartel y presidio.

Durante todo este proceso, el Maristán fue objeto de derribos y transformaciones, que le hicieron perder su forma original.  En 1987 fue adquirido por la Junta de Andalucía. Desde entonces, se intenta dar con una solución que consolide los restos que aún quedan del inmueble y permita vislumbrar su disposición original. Pero aquí chocan criterios arquitectónicos y arqueológicos que hacen que la recuperación de este espacio único se dilate en el tiempo.

En marzo de 2017, el Patronato de La Alhambra aprobó unas obras de rehabilitación sobre  la alberca, los jardines y el pabellón sur, que es la única parte original del Maristán que sigue en pie.

Portada cercana al Maristán

Como curiosidad contar que en la misma calle  el Maristán se encuentra una preciosa portada árabe que merece la pena descubrir.