Catedral de Almería


Vista de la portada principal desde la plaza de la catedral

La Catedral de Almería se encuentra en la denominada Plaza de la Catedral, en pleno casco antiguo de la ciudad. Está dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación y es un edificio construido desde comienzos del siglo XVI como condecunecia de la destrucción de otros templos (incluyendo la antigua catedral de San Juan de la Almedina, asentada sobre la Mezquita Mayor) tras el terremoto acaecido en el año 1522.

El edificio catedralicio, proyectado por Diego de Siloé fue concebido como un templo tardogótico con vocación no sólo religiosa sino también defensiva, puesto que la ciudad estaba amenazada permanentemente por los piratas berberiscos.

La construcción de la catedral comienza por orden de Fray Diego Fernández de Villalán, obispo de Almería, tras el terremoto de 1522, que destruye el anterior templo (construido en el emplazamiento de la Mezquita Mayor, donde se encuentra la actual iglesia de San Juan) junto a gran parte de la ciudad.

Vista nocturna de la girola de la catedral

El templo está formado por tres naves de la misma altura, tres capillas, situadas en la cabecera y girola, conformando una planta de forma rectangular. En el transepto, sobre el crucero, se sitúa la linterna renacentista, obra de Juan de Orea, autor también de la sacristía y del patio de armas, convertido a claustro en el siglo XVIII. El templo cuenta con una robusta torre-campanario concebida como Torre del homenaje de la Iglesia-fortaleza, que fue acabada en el año 1613.

La torre cimborrio es obra del Renacimiento, de Juan de Orea.

Además hay que destacar las dos puertas monumentales, ambas diseñadas también por Juan de Orea y plenamente renacentistas, cuya estética se basa en el juego de líneas perpendiculares y diagonales, de pilastras y frontones.

La puerta principal fue realizada por Juan de Orea en 1567, basándose en el programa iconográfico del Palacio de Carlos V de Granada. La portada simboliza la puerta al cielo, un elemento arquitectónico cuyo diseño marca la nueva imagen renacentista para el templo, rompiendo con la traza gótica y su carácter militar.

Se diseña en dos niveles. El primero abarca el marco arquitectónico propiamente dicho de columnas pareadas sobre plintos y hornacinas que tiene como modelo el arco de triunfo romano.

El segundo nivel es de carácter ideológico, con imágenes triunfales de Carlos V dirigidos una población mayoritariamente morisca, una propaganda del emperador victorioso con referencias al mito de Hércules.

 En el zócalo de base encontramos a Hércules, parejas de efebos con jarrones o figuras aladas con perro, símbolo del obispo Villalán, cuyo escudo se encuentra en el primer cuerpo de la fachada colocado en el centro de un frontón partido portado por dos ángeles que lo levantan con una mano mientras que con la otra sostienen racimos de granadas, simbolizando la fecundidad, la abundancia y la riqueza.

Las parejas de columnas sobre plintos que flanquean la entrada simbolizan el poder y la magnificencia, sobre las que aparecen grandes jarrones conteniendo las esencias de la virtud.

El segundo cuerpo es claramente religioso, con un gran marco rectangular al que le falta el relieve con el tema de la Encarnación, advocación a quién se dedica el templo, flanqueado a ambos lados por dos tondos con las figuras de San Pedro y San Pablo, padres y guardianes de la iglesia inscritos en coronas de laurel, símbolo directo del triunfo de la nueva fe cristiana.

Sobre el frontón partido que remata este segundo cuerpo encontraremos el escudo imperial de Carlos V, del que pende el carnero del collar de la orden del Toisón de Oro, está flanqueado por sendas columnas de Hércules, también coronadas, con la leyenda «non plus ultra», alegoría del imperio universal de Carlos V. La composición de la portada finaliza con gigantescos jarrones, sobre los contrafuertes que delimitan la fachada.

La Puerta de los Perdones está situada a poniente y fue diseñada por Juan de Orea en 1569 con un esquema muy similar a la portada principal, aunque de menor tamaño y riqueza decorativa.

El basamento del contrafuerte de la izquierda presenta una cartela con la inscrpción «ALANUS QUARTUS – 1569». ALANUS es el patronímico del obispo mientras que QUARTUS recoge el número de orden de Fray Diego Fernández de Villalán entre los obispos nombrados tras la Reconquista.

En cambio en el basamento del contrafuerte derecho se lee «REGNANTE PHILIPO», que hace referencia al rey Felipe II quien reina en el momento de la construcción. Esta portada presenta dos cuerpos, en el inferior se muestran parejas de columnas sobre plintos soportando un entablamento completo con el friso decorado con triglifos y metopas. Este cuerpo alberga la puerta, rematada con un frontón circular sujeto por ménsulas y ocupado por una cabeza de ángel. Arriba se instala el escudo del obispo Fernández de Villalán.

El segundo cuerpo presenta una estructura similar pero con columnas jónicas y el vano es una hornacina avenerada, rematando el frontón un águila con el escudo de Felipe II. Los contrafuertes laterales están rematados por cabezas de león.

La cabecera, de estilo gótico, está formada por una girola a la que se abren tres capillas, la central de testero recto y las laterales en forma semicircular.

La Capilla Mayor adopta forma poligonal y tiene estructura gótica, su interior se abre a la girola a través de cinco arcos de medio punto, aunque el retablo y su decoración es completamente barroca.

Capilla mayor

Fue remodelada en 1708 a iniciativa del obispo fray Manuel de Santo Tomás Mendoza. Este encargó al maestro granadino José Sánchez que abriera unos vanos en los arcos de medio punto y pusiera en comunicación la Capilla Mayor con la girola, tal y como podemos ver en la actualidad. Se procedió asimismo al dorado de los elementos arquitectónicos.

Centra la capilla mayor un gran tabernáculo en alabastro, jaspe y mármol, realizado por el arquitecto y escultor Eusebio Valdés, según diseño de Ventura Rodríguez y a iniciativa del obispo Claudio Sanz Torres y Ruiz de Castañedo.

Las trece esculturas exentas y los bajorrelieves que decoran la pieza son obra del escultor granadino Juan de Salazar Palomino. Este tabernáculo vino a sustituir a otro anterior realizado hacia 1709 en madera con plata chapada aunque tuvo que ser restaurado después de la Guerra Civil de 1936 debiendo de sustituirse algunas piezas que habían desaparecido.

Se levanta sobre un basamento en cuyo frontis vemos tres medallones con bajorrelieves, el central con una imagen alusiva a la Encarnación y a los lados San Mateo y San Marcos. En los laterales del basamento bajorrelieves con una escena de la Natividad acompañada de San Gregorio Magno y San Jerónimo, en la parte posterior la Adoración de los Magos junto con San Lucas y San Juan y el siguiente lateral la Resurrección de Cristo acompañado de San Agustín y San Ambrosio. Relieves de Juan de Salazar.

El tabernáculo que se levanta sobre este basamento, obra de Eusebio Valdés, está formado por tres cuerpos, el inferior alberga el Sagrario y se decora en sus laterales con una serie de relieves en mármol de Macael, con representaciones de santos, profetas, ángeles y alegorías de la Fe, la Esperanza y la Caridad.

En el segundo cuerpo, observamos un templete sostenido por ocho columnas pareadas y en el cuerpo superior una cúpula apuntada en cuya cúspide vemos una escultura del Salvador.

Sobre este segundo cuerpo podemos ver ocho imágenes de Apóstoles en grupos de dos en el mismo eje que alzan las columnas inferiores. Sobre la base del segundo cuerpo cuatro apóstoles que completan junto con los del nivel superior un apostolado completo. Las esculturas están realizadas en mármol de Macael mientras que los bajorrelieves son de alabastro y fueron realizados por Juan de Salazar.

La capilla mayor del templo mantiene el retablo de estilo barroco que más que un retablo es un conjunto de piezas independientes formadas por dos relieves y un total de ocho lienzos. La estructura gótica, sin embargo fue objeto de remodelación a cargo de Ventura Rodríguez en el siglo XVIII.

De ese periodo son el ya citado tabernáculo y los púlpitos. Tras la Capilla mayor se sitúa otra capilla dedicada al Santo Cristo de la Escucha, en la cual se encuentra el sepulcro de Fray Diego Fernández de Villalán, realizado en 1560 por Juan de Orea y que presenta la figura yacente del obispo con báculo, anillo y vestido de pontifical. A sus pies un perro alano símbolo de fidelidad y además animal presente en el escudo de armas del obispo. El mausoleo se decora con bichas o grifos en las esquinas y el escudo del obispo. En los laterales pueden leerse inscripciones en latín.

Comparte los restos del obispo Villalán con una talla de Cristo Crucificado, conocido como Santo Cristo de la Escucha y que da nombre a la capilla. La talla es de madera de nogal policromada se trata de una obra de 1941 del artista Jesús Pérez de Perceval del Moral y sustituye a la anterior perdida en la Guerra Civil.

Sepulcro del Obispo Villalán

La historia del Santo Cristo de la Escucha está rodeada de leyenda, esta afirma, a grandes rasgos, que una vez reconquistada la ciudad, unos cristianos que habían ocupado una casa de moriscos oían por todas las habitaciones la palabra ¡escucha! ¡escucha!, atormentados y asustados, derribaron algunos muros y encontraron escondida la talla de Cristo que desde ese momento recibió el apelativo de Cristo de la Escucha, siendo llevada a la antigua Catedral y desde aquella a la actual.

Flanqueando a la Capilla mayor se encuentran la capilla de La Piedad y la capilla de San Indalecio, ambas obras de Orea.

Frente al altar mayor, se encuentra el Coro, que presenta una magnífica sillería en nogal, con un total de 75 asientos en dos niveles, tallada por Juan de Orea entre 1558 y 1561. Los carteles de la parte superior tienen representaciones de santos y profetas, mientras en la parte inferior hay una serie de medallones con personajes en relieve. La silla del obispo, más elevada, está cubierta por un dosel. Sobre la sillería, a cada lado de la nave, se encuentran dos monumentales órganos barrocos (1770), obra de Diego López y Anselmo Espinar, el del muro sur, y de Leonardo Fernández Dávila, el del norte.

El claustro, consecuencia de las obras de ampliación del siglo XVIII, se trata de un conjunto neoclásico, cuyo diseño se debe a Ventura Rodríguez.

Sol de Villalán

Es característico el llamado Sol de Portocarrero, que con el tiempo se ha convertido en símbolo de la ciudad. Se trata de un bajorrelieve situado en la fachada oriental y que representa un radiante sol con cara humana bordonado de cintas. Su nombre se debe al Obispo Portocarrero, que no obstante ejerció su mandato mucho después de la creación del bajorrelieve.

Por último queremos hablar sobre la plaza que se abre ante la puerta principal de la catedral, en ella encontraremos una placa nos recuerda que en los años 70 del pasado siglo XX, la Catedral de Almería fue escenario del rodaje de la película norteamericana ‘Patton‘, si bien, su fisonomía era muy diferente a la actual, ya que desde entonces ha sufrido diferentes modificaciones.

Fotograma de la película Patton

La plaza actual, que antecede a la portada principal de la Catedral de la Encarnación, festoneada de palmeras, fue remodelada entre 1999 y 2000 por los arquitectos Alberto Campo y Modesto Sánchez.

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